Observando la realidad sociopolítica y socioeconómica en la que nos encontramos inmersos, unida al conflicto bélico de Ucrania y al resto de tensiones prebélicas existentes a nivel internacional, nos abocamos a una nueva y firme lucha de clases. El Estado del Bienestar, prácticamente ha quedado dilapidado con las últimas crisis y el empobrecimiento progresivo de grandes capas de la población, se encaminan a la ruptura del débil contrato social existente. Los ricos cada día se enriquecen más y siempre encuentran fisuras en los sistemas nacionales para huir a sistemas y espacios más abiertos, donde sus bienes son bien protegidos sin miedo a las fiscalidades nacionales. Cuando hay crisis o conflictos, huyen o/y se aprovechan de las mismas para seguir enriqueciéndose. Todo un despropósito al que venimos asistiendo una buena parte de la ciudadanía concienciada. Es esta ciudadanía la que descontenta y harta, esta apostando por Gobiernos de Izquierdas o mejor por gobiernos no conservadores, procurando otros estilos de vida y un mayor protagonismo en la vida política, económica y cultural del país. Se anhela otro tipo de sociedad y forma de vivir. Cuando los nuevos gobiernos no conservadores, populares o de izquierdas, asumen democráticamente el poder, empiezan a ser deslegitimados por tas acomodadas fuerzas de la derecha política y su sustento mediático, generando un estado de opinión pública que enrarecen y casi inviabilizan la vida social. No aceptan el haber perdido el control social y el dominio que estaban teniendo o habían tenido de un orden social al que al contribuido a desquebrajar. Sus políticas y prácticas neconservadoras y neoliberales, han acabado con los equilibrios, endebles pero equilibrios, nacionales e internacionales. El viejo orden político, económico y social internacional se está acabando de romper y no se vislumbra a corto plazo el nuevo orden que satisfaga mínimamente a la mayoría de la población y de la ciudadanía. Una nueva geopolítica, a la que le falta el mínimo sustento económico, se intenta abrir paso en medio de unas alianzas internacionales muy débiles. El caos se ha instalado social, política y económicamente vislumbrándose escasos espacios para un nuevo orden internacional.
El caos ha arrancado del individualismo exacerbado y de la carencias de valores más allá del utilitarismo . Impera la lucha por lo mio y por lo de los míos. A la colectividad apenas si le queda espacio en la esfera pública y lo que queda es porque sigue siendo el paraguas de la suma de individualidades. Las sociedades se han secularizado y los nuevos espacios religiosos afianzan el conformismo, la sumisión y la desmoralización social de la ciudadanía. Una buena parte de los nuevos movimientos religiosos y de las nuevas iglesias, tienen un carácter alienante y se presentan como apolíticas o apuestan por políticas y políticos conservadores que embelesan a las masas con eslóganes simplistas, desfigurando la complejidad social en la que estamos inmersos. Las viejas iglesias, también interesadas en seguir manteniendo su consolidado y ya en decadencia potencial, no han sabido adaptarse a los cambios sociales y a las necesidades de una nueva ciudadanía, sin necesidad de renunciar a los principios esenciales de sus creencias religiosas. En su gran mayoría, especialmente desde emporios institucionales, se han puesto al “servicio” de aquellos grupos e instituciones sociales empeñados en mantener un orden social en declive y ya inexistente. Se han acomodado y alineado con las capas más conservadoras de la sociedad, capas extremadamente individualistas e insolidarias que pretenden alcanzar el paraíso con la caridad, renunciando a la solidaridad humana. Son muy pocas aquellas personas las que apoyadas en la fuerza que les confieren las instituciones milenarias religiosas, las que apuestan por los nuevos valores sociales y por acciones más liberadoras, arrancando de sus creencias esenciales. Han matado a la Teología de la Liberación tanto en las Iglesias católicas, como en las Iglesias Evangélicas y episcopales. Algo similar ha sucedido en oriente con el budismo, hinduismo y taoísmo. Sin pretenderlo están alimentando con algunas de sus creencias el opio del pueblo, ofreciendo motivos y espacios para huir de la realidad.
No cabe duda que el individualismo auspiciado por el neoliberalismo, el neoconservadurismo y la nuevas sociedades de mercado han triunfado llevando a la propio capitalismo al abismo, a su autodestrucción. Este sistema no es sostenible y las sostenibilidades que se están generando benefician y solo se pueden mantener por los grupos más acomodados. Están fagocitando al sistema del que han nacido y lo sustenta. Este estado de las cosas, alimentado por el descontento de amplias capas y grupos sociales, es el que puede hacer renacer la lucha de clases. Es cierto que serán luchas de clases muy parciales, pues el viejo lema de proletarios y “pobres” unidos ha sido enterrado por el capitalismo y por los fracasados socialismos democráticos. En términos transaccionales, solo cabe una nueva y rejuvenecida socialdemocracia una vez expurgada de aquellas personas y grupos que a su sombra se han enriquecido empoderado y desclasado. Tarea nada sencilla por la desafeccion existente en la juventud por la vida política y por la opción partidaria en términos de lucha y conquista social.
Siguiendo y ahondando estas reflexiones desde la perspectiva de la izquierda en España, nos ha parecido muy interesante el articulo recientemente publicado en la Revisa SinPermiso sobre las “escisiones ortodoxas en el seno de la izquierda”. Animo a su lectura y también a ver y escuchar el video debate que se incluye en el texto entre Carlos Fernández Liria con el secretario general del PML(RC) y cabeza visible del Frente Obrero (Roberto Vaquero).
Más historias
El nudismo de los jóvenes y el postureo social
HAITI: EL PAIS LATINOAMERICANO SIN ESTADO
Reino de España: derrotar al PP y a Vox en las elecciones del 23 J