4 diciembre 2023

Socioanálisis

Pensando y recorriendo la vida cotidiana

Imagen de Carolina Maria de Jesus

CUARTO DE BASURAS: El diario de una chabolista

«Quarto de Despejo», «Diario de uma favelada», este el título del diario de CAROLINA MARÍA DE JESUS, una chabolista brasileira que se empoderó proclamando «que escribe quien quiere» y esta es una de sus creaciones que conmocionaron al Brasil de los años 60 cuando se publicó la primera edición de esta obra.

Imagen de una de las muchas ediciones de la obra

En estos día estoy iniciando la lectura de este diario que, sin duda se ajusta al espíritu de esta página. Al mismo tiempo quiero abrir una NUEVA CATEGORÍA, la de PERIFERIAS, en la que iré recogiendo diferentes expresiones de la vida cotidiana tanto desde la perspectiva de la misma realidad, como desde los ámbitos literarios y artísticos. Para ello quiero arrancar del semblante que hace Tom Farias de la autora en la interesantísima revista Periferias.

Recogemos aquí la primera parte del articulo, excelentemente traducido por Bruna Macedo de Oliveira, Mario René Rodríguez , Penelope Serafina Chaves y Tatiana Pérez.

Reflexionar sobre la memoria escrita de la escritora minera Carolina Maria de Jesus (1914-1977) es un ejercicio que nos exige cierto esfuerzo e igual cuidado. Para alguien que no la conoce mínimamente o que nunca escuchó hablar sobre la autora de Quarto de despejo: diário de uma favelada1, publicado en agosto de 1960, necesitamos decir desde ya que Carolina nació en Sacramento, una pequeña ciudad al sur de Minas Gerais, y era originaria de una familia de negros de la última generación de esclavos africanos y afrodescendientes traídos a la fuerza o nacidos en Brasil. Ella misma denominaba a su abuelo, el acuñado Sócrates Africano, un “saldo de la esclavitud”, no solo por sus características físicas y mentales, sino también por su adecuación al sistema que le impuso el conformismo de ser negro, pobre y analfabeto de padre y madre.

Carolina Maria de Jesus lo tenía todo para repetir esa historia, trazada por la casa grande y por los señores dueños de las tierras y del poder, resquicio del ciclo bandeirante2, del mandonismo dirigido por la violencia y por el coronelismo3 rural galopante. Moldeada por el barro que originó a toda su familia, barro del color de bitita: palabra originaria del término femenino “mbita”, de la lengua xichangana, hablada en Mozambique; o “bita”, una corruptela, que significa “olla de barro”. Esto nos induce a pensar que, como corrobora el Dicionário Infopédia da Língua Portuguesa, el “diminutivo femenino singular de este término genera la palabra <<bitita>>”. Entonces, “bitita” (apodo de infancia de la escritora), designa algo que vino del barro, cuyo color es ocre o prieto.

La ancestralidad esclavizada y el destino forjado para la sumisión, al contrario de lo que se podría suponer, le dieron fuerza y coraje a Carolina, desde los dos años en que frecuentó los bancos escolares de un colegio de pedagogía espiritista. Determinación y sueños sin medida llevaron a la pequeña niña prieta a llegar más allá de cualquier imaginario pensado o posible; la persistencia en aprender a leer y escribir le valió, desde pequeñita, el apodo de “loca”, además de llevarla, en esta tierna edad, a prisión.

La trayectoria de Carolina Maria de Jesus está vinculada con el desorden social, pues no acepta para sí misma un rumbo de vida orientado por los demás –su vida de trabajadora brazal, que va desde niñera hasta empleada doméstica, desde cocinera hasta obrera de fábrica– hace de ella una peregrina, con sus largas andanzas a pie de ciudad en ciudad, en busca de pan y dignidad.

Es en la gran ciudad, no obstante, donde encuentra el dolor y la gloria inesperada. En la São Paulo de la época de los 1940/1960 lleva una existencia llena de tensiones, como prueba madura de su “desvío de función”: una negrita pobre y semianalfabeta jamás podría dárselas de intelectual. Escribir, incluso en cuadernos viejos, encontrados en la basura –o escribir en los periódicos– era cosa de “letrados” o doctos (nunca doctas, en femenino, cabe resaltar), académicos. Pero Carolina fuerza los cerrojos, unge su cuerpo con coraje y osadía, y se reescribe magistralmente en el palimpsesto del ADN que la constituyó. En las calles de la gran ciudad como un “objeto exótico”, habitando los inquilinatos o las marquesinas de los viaductos, en la oscuridad de una noche fría, pasa a la condición de objeto “fuera de uso”: aquel que será descartado, destinado al montón, hacia el “desecho”.

De ese lodo impuro es de donde ella saca la flor más preciosa –sus ideas y pensamientos sobre el Brasil subterráneo– en que está envuelto el grito de la favela, de la gente favelada. “Cuarto de desechos”, libro de debut, marca un nuevo sismo en la vida intelectual brasileña, que no se siente desde el romanticismo, un estremecimiento que fue factor, en literatura, de nuestra ruptura colonial.

Su literatura trae el don de la indignación y la revolución. Esta es la estética, desde el punto de vista conceptual: se rasga el canon como la parte de una encuadernación inservible. Carolina de Jesus –no solo con “Cuarto de desechos”, sino también con sus otros libros, incluso los inéditos hasta hoy– reverbera la torre de marfil, punta de lanza entre lo viejo y lo nuevo, lo modernizante, pero anticuado, por su conservadurismo, en nuestras letras.

Con su escritura impone un nuevo código de conducta literaria: es una mujer de pueblo que escribe, literariamente, fabularmente,  poéticamente, las angustias del pueblo. En el plano estético, pasa de la condición de “iletrada” a la de escritora; de la condición de invisibilidad a la de fama. Se equipara, en el ámbito de las letras, a Jorge Amado, Clarice Lispector, Dinah Silveira de Queiroz, Raquel de Queiroz, en la órbita nacional; internacionalmente, rompe todas las barreras posibles e imaginables. El punto de confluencia se establece: Carolina es el nuevo canon. La retórica elitista es la del contrapunto de esta nueva realidad. Racialmente agresivo. Su narrativa es penetrante, discursiva, moderna; al mismo tiempo toca la realidad y comparte el anhelo de un giro de la conciencia nacional; de los tiempos, de la política y de la conciencia nacional. En la ficción, habla a través de sus novelas, especialmente en Pedaços da fome [Pedazos del hambre]; en la poesía, basta recordar la fuerza de O colono e o fazendeiro [El colono y el hacendado]; o en los cuentos, un ejemplo es Onde estaes Felicidade? [¿Dónde estáis, Felicidad?]4.

Revista Periferias

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