Desde aquí queremos decir nuestro adiós al novelista checo-francés que me cautivo con sus escritos y novélala finales del siglo pasado y principios de este. Fue un colega matemático que llevaba bajo el brazo una de sus novelas, tal vez «La insoportable levedad del ser», el que me dijo, tienes que leerlo porque es extraordinario.Efectivamente leí esa novela bañada de amor y sexo, pero a su vez iluminada con todo un conjunto de reflexiones filosóficas. A partir de ahí fui devorando todo lo que caía en mis manos del autor. Aunque durante muchos años fue postulado al Premio Nobel de Literatura, desgraciadamente no se lo concedieron. No obstante, con su segunda novela, desde Francia, le concedieron el Premio Literario Médicis a obras extranjeras, con su novela «La vida está en otra parte».

Con esta original y hasta divertida novela, el crítico literario José Luis Muñoz, decía que «Abundan en la novela situaciones deliberadamente estrambóticas, de vodevil teatral, como cuando Jaromil, convertido en el alter ego Xavier, salta desde el puente Carlos de Praga a una ventana abierta, encuentra a una mujer en la habitación y deba esconderse bajo la cama cuando entre el marido en la estancia. Y el techo que estaba encima de Xavier comenzó a moverse rítmicamente y las briznas clavadas en el rostro de la mujer como tres flechas tocaban rítmicamente la nariz de Xavier y le hacían cosquillas, hasta que Xavier, de pronto, estornudó.».
Al final, José Luis Muñoz, señala que, «Termina Milan Kundera, tras haber conducido al lector por sus trescientas páginas divididas en siete partes (El poeta nace, Xavier, El poeta se masturba, El poeta huye, El poeta tiene celos, El cuarentón y El poeta agoniza), divididas a su vez en capítulos muy breves, casi siempre, que facilitan la ágil lectura del libro, en un último tú a tú, autor/lector, en una asunción de que toda obra de arte establece siempre un diálogo entre las dos partes. Quedémonos mirando aún un par de segundos esa lámpara silenciosa, esa luz benefactora, antes de que el pabellón que es este capítulo desaparezca de nuestra vista».
En estas breves anotaciones y recuerdos, no quiero dejar de lado otras novelas suyas con las que disfrute de su lectura como ‘La inmortalidad’ (1988), ‘La lentitud’ (1998), ‘La identidad’ (1998) y «La Ignorancia», en el año 2000.
Valgan de entrada estas breves anotaciones y recuerdo de Kundera. Espero que, en otro momento, podamos incrementar nuestras reflexiones sobre su vida en la Checoslovaquia comunista y la de «apátrida» en Francia donde fue acogido y donde el Presidente Mitterrand le concedió la nacionalidad francesa.
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